HISTORIA
Ya
en el Neolítico, hace unos 9000 años, hay evidencias recientes que
demuestran que en Oriente Medio y en Europa se consumían distintos
frutos conservados hasta el invierno, mediante técnicas de
desecación seguramente en sus inicios casuales, y lentamente
desarrolladas y mejoradas. Dentro de estas frutas ocupó lugar de
privilegio la uva silvestre, que tras ser prensada y fermentada, se
conservaba y servía de alimento y ala vez paliaba los rigores
invernales, no sólo por su contenido alcohólico sino además por el
aprovechamiento que se daba de la madera obtenida en la poda de la
viña.
Aproximadamente,
a partir del 5000 a. C., con el desarrollo y la evolución de la
agricultura de las civilizaciones mesopotámicas y egipcia, empiezan
los primeros cultivos de vid y otros productos.
Es
en Egipto, el lugar donde se hace referencia de la viticultura por
primera vez de forma escrita, casualmente fue la palabra vino la
primera que se descifró al analizar los jeroglíficos. En algunas
tumbas se han hallado pinturas que nos informan de las primeras
técnicas descritas paso a paso de la vinificación. El vino era la
bebida de los nobles, denominaban a sus viñedos con nombres
ilustres. En tumbas de las primeras dinastías se han encontrado
distintos recipientes que contenían vino, en éstos escribían el
nombre del propietario, el del vino o de la viña, no distando mucho
de lo que empleamos hoy para identificar a muchos vinos.
Hacía
1500 a. C., la vid se expande desde Mesopotamia hasta Oriente.
Que
los griegos recibieran las artes de la viticultura a través de los
fenicios, forma parte de la leyenda. Lo cierto es que éstos ya había
tenido conocimiento del cultivo de la vid mucho antes. A los griegos
hay que atribuirles la técnica del emparrado para aumentar la
producción, así como nuevas técnicas de labranza y diversos
utensilios. Las grandes obras griegas clásicas están impregnadas de
referencias tanto lúdicas como científicas en torno a la vid y el
vino. A través del Mediterráneo los griegos desarrollan la
viticultura a gran escala allí donde se asentaron.
En
el siglo IX a C. los romanos aventajan ya a los griegos tanto en
cantidad como en la calidad de los vinos, consolidan a través de sus
éxitos militares dos elementos claves de la agricultura
mediterránea, el vino y el aceite, ampliando sus zonas de cultivo
hasta el límite de sus fronteras. Plinio refiere y clasifica cerca
de doscientos vinos, de entre los más notables del Imperio. Para
hacernos una idea de la importancia económica del vino en esta época
buscamos una referencia en un decreto del año 92 promulgado por
Domiciano, con la intención de controlar el desmesurado arranque del
cultivo de cereales por los campesinos de las provincias, que éste
le proporcionaba, y que en cierta medida representaba un peligro para
la producción de alimentos, Doscientos años más tarde, el
emperador Probo al que se consideraba el precursor de la viticultura
en las tierras del Rin,
revocó
este decreto, que por un lado retuvo la expansión de la viña,
mejoro la calidad de los vinos y propició el ascenso de los vinos
italianos.
Las
invasiones bárbaras provocan una rescisión del cultivo, que no
tardará, ya en la Alta Edad Media, en entrar en un nuevo periodo de
expansión. Pese a las terminantes prohibiciones coránicas los
árabes españoles consumían abundante vino.
Esta
nueva expansión del vino atiende hasta la llegada del Renacimiento a
dos factores, uno político comercial, estableciendo y asentando
fronteras, y ampliando zonas de cultivo hasta ahora vírgenes, y otro
de carácter religioso, labor que debemos agradecer a los monjes,
dado que tras la caída del Imperio Romano las órdenes religiosas
recuperan la cultura del vino, pues no se entiende la propagación de
la fe a falta de vino, necesario para la liturgia, incrementando así
la plantación de viñedo y mejorando las técnicas de cultivo.
En
el Renacimiento se vuelve a recuperar toda la faceta cultural que el
vino en gran medida había perdido en la época anterior, como
demuestran las innumerables representaciones pictóricas y las citas
literarias. Nos encontramos aquí la unión del concepto con la
concepción cristiana de ésta ofreciéndonos un modelo que sería el
responsable de llevar y expandir el vino al Nuevo Mundo.
La
toma de islas griegas por los turcos en el siglo XVI, provoca la
eliminación del cultivo en estas zonas, fomentando la producción en
el Mediterráneo y en Atlántico. Las potentes flotas comerciales
holandesas e inglesas fijan por aquel entonces un entramado comercial
con bases en puertos desde Sicilia hasta el suroeste francés.
Propiciando el renombre de zonas como Marsala, Jerez, Oporto,
Madeira, y el origen de los primeros destilados vínicos franceses.
Durante
el siglo XVI los españoles introducen la viña vinífera en México
y California, al igual que los portugueses durante el siglo XVII en
sus colonias americanas. Se propicia igualmente la expansión del
viñedo en Sudáfrica y ya finales del siglo XVIII en Australia y
Nueva Zelanda.
Este
siglo representa la introducción de numerosas novedades a la
historia del vino, la aplicación de numerosas técnicas científicas
supone el conocimiento comercial de vinos como el Champagne, el
Marsala, el Tokay.
En
el siglo XIX estuvo marcado por la destrucción del viñedo europeo
por la plaga del oídio, reduciéndose la producción a la mitad, y
más tarde, en 1968, aparece la plaga que pudo destruir toda la
historia del vino, la filoxera. Este parásito atacó primero el
viñedo californiano, y a través de unas cepas importadas a Francia
se extendió por toda Europa e incluso Australia. Propició
inicialmente, hasta que llegó a España un aumento cuantitativo del
viñedo español y el desarrollo de la vid en Argelia.
A
parte de las pérdidas económicas, hizo desaparecer numerosos
viñedos, propició el injerto necesario y generalizado de vides
vinífera sobre vides de origen americano resistentes a la filoxera.
También
indujo a pasar a la intuición, a la aplicación de técnicas más
dinámicas y científicas, acompañadas de la evolución en
bioquímica y del desarrollo mecánico. Si esta época viene a
constituir la historia moderna de la viticultura, su antes y después
viene dados por los descubrimientos de Pasteur. Ya durante el siglo
XX y sobre todo a partir de los años setenta las mejoras sociales y
económicas han motivado un salto cualitativo importantísimo.
Descorchar
hoy una botella de vino, representa tener en nuestras manos el fruto
de un proceso histórico y cultural que ha marcado sin duda parte de
la historia de la humanidad.
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