Isidoro Merino, el autor del artículo, acaba de regresar de México, un
país donde la letra X tiene cuatro formas diferentes de pronunciarse
(puede convertirse en una jota, en una ese, sonar como la antigua che o
como la equis que representa) y los chiles hasta 60 maneras diferentes
de quemarte la lengua.
En pocos lugares como en México el idioma español se muestra tan
variado, mestizo y rico. Del encuentro entre el castellano y el náhuatl,
la lengua de los aztecas, al primero se le han ido pegando palabras
como aguacate, cacahuete, cacao, coyote o chicle. Otras, como chapulín
(saltamontes), chícharo (guisante), tianguis (mercadillo), tlapalería
(ferretería) o molcajete (un mortero de piedra usado para moler el
maíz), solo se escuchan en México y, en menor medida, en algunas
ciudades de Estados Unidos.
La diversidad lingüística de México también se ve reflejada en su
cocina, que va mucho más allá de las fajitas, nachos y enchiladas. Basta
con abrir la carta de un restaurante para encontrar platos de nombres
tan enigmáticos como pozole (sopa de maíz, carne y chile), bocoles
(tortillas gruesas rellenas), jitomate (tomate), porros salvajes (¿?),
chilpachole (sopa de mariscos), tlacoyos (tortilla de maíz y frijoles,
rellena), caldo tlalpeño (sopa de verduras, chile chipotle y pollo),
cochinita pibil (carne de cerdo adobada), tacos de nopal (una especie de
chumbera), mole poblano (salsa espesa con cacao y otros ingredientes),
huitlacoche (hongo negro parásito del maíz), chapulines (saltamontes),
huachinango (pez de color rojo, parecido a la dorada, que se suele
emplear en los cebiches/ ceviches), michelada con clamato (cerveza con
zumo de tomate y salsa de almeja) o chilaquiles (una especie de nachos
con frijoles y salsa que se suelen tomar durante el desayuno).
Un vocabulario mestizo que refleja la complejidad de la cocina mexicana,
reconocida por la UNESCO como patrimonio mundial por sus "prácticas
rituales, conocimientos antiguos, técnicas culinarias y costumbres
ancestrales". En una de sus recetas más famosas, el mole poblano,
intervienen cerca de un centenar de ingredientes, con el cacao como
protagonista, y requiere de una difícil preparación que puede llevar
hasta cuatro horas.
El chile, bien en forma de salsa o como parte del plato, es quizá el
elemento más famoso de la gastronomía azteca, principal responsable de
su “diabólica” fama. Existen más de 60 variedades, no todas picantes. El
grado de intensidad viene determinado por la concentración de
capsaicina, el componente activo que hace que sudemos y se nos duerma la
lengua.
Hasta existe un baremo, la escala Scoville, que permite calibrar su intensidad, como los terremotos.
El grado 1 de esta peculiar escala de Richter lo ocuparía el chile
morrón, similar a los pimientos rojos y verdes de España. El grado 10,
el chile habanero, "picoso, pero muy sabroso".
¿Pica tanto como dicen la comida mexicana? Depende. Para alguien que no
soporta los pimientos de Padrón o las patatas bravas, sí. Yo la
encuentro deliciosa, y las salsas y chiles más fuertes se suelen servir
aparte, para que cada cual aliñe el plato a su gusto.
Y a ti, ¿te gusta la comida mexicana? ¿Que plato nos recomiendas?
Dificultad: normal
T. Preparación: 15 min.
T. Cocción: 15 min.